El 31 de marzo, como cada año, se celebró en este país el día de César Chávez, un ícono de la lucha por los derechos de los trabajadores del campo en Estados Unidos. Nacido en Yuma, ֱ, de familia mexicoamericana, se convirtió en un referente para la causa de los derechos civiles, así como de la fundamental importancia que tiene organizarse y movilizarse en su defensa.
No me extenderé en su biografía o en la explicación de las acciones que lideró, pues es información ampliamente conocida. Me gustaría, en estas líneas, reflexionar sobre su función como articulador de una idea: la importancia de la unión para lograr mejorar realidades que por comunes parecieran naturales, pero que son injustas.
El trabajo realizado por quienes trabajan en el cultivo y la producción de los alimentos ha sido infravalorado socialmente y catalogado equivocadamente como “poco calificado”.
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Cónsul Barceló.
A pesar de la prioridad absoluta que tiene poder alimentarse para cualquier actividad humana adicional, los salarios y las condiciones de las personas trabajadoras del campo eran –en muchas ocasiones siguen siéndolo en el presente– inadecuados. No sólo es una labor esencial que requiere de conocimientos y experiencia, sino que implica esfuerzos corporales muy demandantes.
La industria es mucho más reciente que la agricultura como sector de la economía, pero los trabajadores agrícolas se organizaron bastante después de que lo hicieran las obreras y los obreros que décadas antes habían formado sindicatos para exigir condiciones laborales humanas y dignas. Tomar mayor conciencia sobre el impacto de las condiciones de explotación en los grandes campos de cultivo llevó a César Chávez y a otros activistas, como Dolores Huerta, a organizar un gran boicot nacional contra las uvas de California. Esta fue una alianza que unió a activistas mexicoamericanos con una huelga de trabajadores filipinos.
La medida del boicot nacional marcó un precedente para los consumidores que no desean apoyar con sus compras formas de producción basadas en la injusticia social, ya que generó una presión social que, en esa ocasión, condujo a mejorar las condiciones de trabajo de jornaleros.
Los boicots han sido utilizados posteriormente como formas de movilización para promover causas morales, sociales o, incluso, ideológicas. También condujeron gradualmente al concepto de “comercio justo” con que los consumidores optan por apoyar con su compra productos que durante toda la cadena de producción garanticen que no se explote el trabajo de nadie para aumentar desmedidamente el lucro de otros.
Las personas que trabajan en el campo o en la industria han sido los principales afectados de varias formas de explotación, precarización de sus empleos e, incluso, formas contemporáneas de esclavitud y la trata de personas.
Si bien es obligación de los Estados y sus gobiernos respetar y hacer respetar los derechos laborales logrados después de más de un siglo de luchas y protestas, han sido los propios trabajadoras y trabajadores los que han encabezado la defensa de sus derechos. No ha sido un camino sencillo y ha implicado el sacrificio de mucha gente, por eso importa tener presente a quienes, como César Chávez, han liderado estas batallas.
Aunque algunas de las posturas de Chávez no coincidan con las nuestras, es necesario reconocer el legado que su activismo ayudó a construir, incluso para la identidad cultural y orgullo entre comunidades mexicoamericanas o hispanas.
En reconocimiento a estas aportaciones de gran significado para las comunidades de personas mexicanas y de origen mexicano en el exterior, se creó el año pasado el , que está celebrando su primer aniversario.
A pocas semanas de que celebramos el “César Chávez Day” recordamos sus palabras: “La preservación de la cultura propia no requiere desprecio o la falta de respeto para otras culturas”. Con ello, nos llama por un lado a tener orgullo por nuestras propias raíces y lo que somos; por otra parte, a disfrutar la diversidad cultural de quienes son diferentes. La diversidad no nos borra ni nos separa; por el contrario, nos hace a todos más especiales.
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El sonorense Rafael Barceló Durazo es cónsul de México en ճܳó. En Twitter: @barcelodurazo